En las últimas horas, como ya es habitual, especialmente en las redes sociales y en los blogs de los llamados pseudo-tradicionalistas, hemos podido leer cientos de comentarios e insultos dirigidos al Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y al Papa León XIV. ¿El motivo? La Nota doctrinal “Mater Populi Fidelis”, publicada el 4 de noviembre y aprobada por el Santo Padre. Una vez más, el debate eclesial se ve intoxicado por quienes se presentan como “defensores de la verdad”, pero demuestran ser incapaces de dialogar, de hablar con respeto y, sobre todo, de escuchar.
Sin embargo, el documento —como puede leerse en su texto íntegro— es un texto doctrinal claro, preciso y profundamente bíblico, que no pretende en absoluto disminuir la figura de María, sino devolverla a su lugar auténtico en el misterio de la salvación: el de Madre y discípula, la que invita a los creyentes a mirar al Hijo y a “hacer lo que Él diga” (Jn 2,5).
Un documento de alto valor magisterial
Durante la presentación en Roma, el cardenal Víctor Manuel Fernández, Prefecto del Dicasterio, quiso aclarar la naturaleza y la intención del texto:
«Presentamos hoy una Nota doctrinal. El término ‘doctrinal’ indica que este documento tiene un valor especial, superior a otros publicados en los últimos años. Firmado por el Papa, pertenece al Magisterio ordinario de la Iglesia y deberá tenerse en cuenta en el estudio de los temas mariológicos».
La Nota —fruto de décadas de reflexión, que se remonta ya a los tiempos del cardenal Ratzinger— no nace de la nada. Responde a numerosas preguntas y propuestas recibidas por la Santa Sede en los últimos treinta años y ofrece una síntesis que se inscribe en la continuidad del Magisterio de los Papas anteriores, desde san Juan Pablo II hasta Benedicto XVI.
Corredentora: por qué el título es impropio
Uno de los puntos más debatidos del documento es el relativo al título de Corredentora, que el texto considera “siempre inapropiado” y “inconveniente”. La razón es clara: ningún título puede oscurecer la única mediación redentora de Cristo. María cooperó en la salvación, pero de forma subordinada y participada, nunca autónoma ni paralela.
La Nota recuerda las palabras de san Pablo: “No hay salvación en ningún otro; pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el cual podamos ser salvados” (Hch 4,12). Lejos de disminuir el honor de la Madre, esta aclaración protege la pureza de la fe, recordando que la grandeza de María reside precisamente en su total dependencia de Cristo.
Como dijo Ratzinger en 2002, “la fórmula Corredentora se aleja demasiado del lenguaje de la Escritura y de los Padres de la Iglesia, y por tanto provoca malentendidos”. No se trata de una elección “ecuménica”, como algunos afirman erróneamente, sino de una cuestión de nuestra propia fe, no de la de los demás.
Mediadora: un título que debe entenderse correctamente
El título de Mediadora también es tratado con equilibrio. El documento reconoce que, en sentido bíblico y teológico, Cristo es el único Mediador entre Dios y los hombres (1Tm 2,5-6). Sin embargo, María participa de manera materna en esa mediación, a través de la intercesión y la proximidad.
No se trata, pues, de un “canal de gracia” paralelo a Cristo, sino de la Madre que acompaña a sus hijos hacia el Señor, despertando en los creyentes la apertura a la gracia que solo Dios puede conceder.
Una mariología del Evangelio, no del sentimentalismo
La Nota “Mater Populi Fidelis” no niega el valor de la piedad popular. Al contrario, la exalta como tesoro de la Iglesia, recordando que la devoción de los sencillos —a menudo despreciada por ciertos intelectualismos— es un don del Espíritu. Pero la piedad auténtica no inventa dogmas ni convierte a María en una sombra de Cristo. María es la imagen perfecta del discípulo, la primera de los creyentes, la que canta al Dios que “colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos”.
Las reacciones violentas: un síntoma espiritual
Ante una claridad doctrinal tan diáfana, resulta desconcertante la reacción agresiva de ciertos ambientes llamados “tradicionalistas”, que han respondido con ofensas y consignas incluso antes de que el documento fuera publicado. Un comportamiento que revela la falta de coherencia y fundamento de tales posturas, provenientes de quienes evidentemente no han leído ni comprendido el texto. Los ataques personales al Papa y al Prefecto —basados siempre en los mismos argumentos gastados— manifiestan en realidad un malestar espiritual más profundo: como el agua bendita para el demonio, la verdad provoca en quien se niega a convertirse una irritación descontrolada. La violencia verbal, la caricatura, la rabia, el insulto, la insinuación o la acusación de herejía no son signos de fe, sino reflejos de heridas interiores.
María, Madre del Pueblo fiel
En el fondo, todo el documento gira en torno a una sola imagen: María, Madre del Pueblo fiel. Una Madre que no divide, no compite, no se sustituye al Hijo, sino que conduce hacia Él con ternura. Una Madre que intercede, que acompaña, que enseña la confianza de los sencillos. Una Madre que no pide dogmas para sí misma, sino que desea únicamente que el Evangelio resplandezca en su pureza.
En tiempos marcados por la confusión y por las palabras vociferadas, la Nota “Mater Populi Fidelis” se presenta como una lección de sobriedad y de fe. Recuerda que la vida cristiana no gira en torno a las apariciones, a los cantos devocionales o a los eslóganes religiosos, sino a un encuentro real: el encuentro con Jesucristo. Cuando Cristo queda eclipsado —y la aparición mariana se vuelve para algunos más central que el Señor—, significa que algo no está funcionando.
“Mater Populi Fidelis” recuerda que María nunca se pone en el centro, sino que —como todo auténtico creyente— remite siempre a Cristo, el único Salvador. Quien no logra comprenderlo, quizá no tenga un problema con el Papa o con el Prefecto, sino con la lógica misma del Evangelio.
p.A.M.
Silere non possum