Ciudad del Vaticano – El canon 353 del Código de Derecho Canónico establece que los cardenales “prestan principalmente ayuda con una actividad colegial al Sumo Pastor de la Iglesia en los Consistorios”, que pueden ser ordinarios o extraordinarios. En los primeros se abordan cuestiones recurrentes o solemnes; en los segundos, en cambio, se discuten “cuestiones particularmente graves” o “necesidades peculiares de la Iglesia”.

A esta última tipología pertenece la convocatoria que el Papa León XIV tiene previsto realizar a comienzos del próximo año. En una comunicación reservada, enviada el 6 de noviembre por la Secretaría de Estado a los miembros del Sagrado Colegio, se lee que “el Santo Padre León XIV tiene la intención de convocar un Consistorio Extraordinariopara los días 7 y 8 de enero de 2026”. La nota, firmada con la habitual fórmula de cortesía, añade únicamente que el Decano del Colegio Cardenalicio enviará a su debido tiempo los detalles oficiales.

Nada se ha revelado aún sobre el tema del encuentro, pero el anuncio basta para suscitar expectativa e interrogantes. Tras años en los que el gobierno de la Iglesia se ejerció mediante círculos restringidos y organismos paralelos —como el Consejo de los Nueve Cardenales, instituido por el Papa Francisco y apodado en el Vaticano “el Consejo del Rey”—, León XIV parece querer devolver al Colegio Cardenalicio su rol original: aconsejar al Papa de modo colegial y universal. El 21 de abril de 2025, dicho Consejo se disolvió y las teólogas invitadas a hablar sobre la ordenación de las mujeres y otras insensateces regresaron a sus casas.

Antes de Francisco, Benedicto XVI prefirió sustituir estas estructuras por reuniones informales celebradas el día previo a la creación de nuevos cardenales, mientras que san Juan Pablo II convocó seis consistorios extraordinarios: tres sobre cuestiones de reforma curial y finanzas vaticanas, y tres dedicados a temas doctrinales y pastorales de gran alcance —desde la defensa de la vida hasta la preparación del Jubileo del 2000, pasando por la reflexión sobre la misión de la Iglesia en el nuevo milenio, a la luz de la Novo Millennio Ineunte (2001).

El primer Consistorio extraordinario de Francisco tuvo lugar los días 20 y 21 de febrero de 2014, cuando los cardenales se reunieron para discutir el tema de la familia, en vista del doble Sínodo de 2014 y 2015. Los días 29 y 30 de agosto de 2022, a pesar de que la Sala de Prensa del Vaticano hablara de una “reunión de cardenales”, se trató en realidad de un Consistorio extraordinario convocado para informar a los cardenales sobre la nueva constitución apostólica Praedicate Evangelium, referente a la reforma de la Curia Romana. En aquella ocasión, los purpurados se quejaron de “haber sido convocados cuando el texto ya estaba publicado”, texto que reformaba toda la estructura curial.

Un signo de método, antes incluso que de contenido.

Este gesto de León XIV adquiere un valor que va más allá del tema que se abordará. Es la forma misma del Consistorio la que representa un retorno a la colegialidad eclesial, después de un largo período en el que muchos cardenales lamentaban haber sido excluidos de los procesos decisorios.

No es casual que, en las congregaciones generales previas al Cónclave, varios purpurados hubieran expresado el deseo de un Papa capaz de escuchar e involucrar a todo el cuerpo cardenalicio. León XIV desea responder a esa expectativa, eligiendo convocar a todos, y no solo a un pequeño grupo de consejeros o de “teólogos” de confianza.

En espera de conocer el tema, queda la sensación de que este Consistorio extraordinario puede ser un punto de inflexión: no tanto por lo que dirá, sino por lo que representa. Una Iglesia que vuelve a debatir unida, en presencia de su Pastor, es ya una Iglesia que vuelve a respirar a pleno pulmón.

p.C.F.
Silere non possum