Ciudad del Vaticano – Después del acto de veneración a la Inmaculada en Plaza de España el lunes 8 de diciembre, el Papa León XIV se trasladó a Castel Gandolfo, a la Villa Barberini, para pasar unas horas de descanso. El martes por la mañana el Pontífice recibió al presidente de Ucrania y, por la tarde, después de la cena, regresó al Vaticano.

Como es costumbre, antes de subir al coche para volver a San Pedro, el Papa se detuvo con los periodistas frente a la Villa Barberini. Entre las preguntas, la de Jacopo Scaramuzzi  vaticanista de La Repubblica, ya conocido en el ambiente por formular cuestiones a menudo carentes de auténtico sentido – que preguntó por qué León XIV no había rezado en una mezquita durante su reciente viaje a Turquía.

El Papa reaccionó con evidente sorpresa, casi extrañado de tener que explicar por qué un Pontífice no reza en una mezquita. «Han dicho que no he rezado, pero ya di una respuesta en el avión, mencioné un libro. Puede que esté rezando también en este momento, ¿entiende? El estilo de oración, en el momento y en el lugar yo… de hecho, prefiero rezar en una iglesia católica en presencia del Santísimo Sacramento. Pero se ha hablado tanto de aquel momento, y me parece un poco curioso…», afirmó.





Esa palabra, «curioso», dejaba ver cómo León XIV considera la polémica pretextuosa y sin ningún sentido. Luego se plantearon otras preguntas al Papa, entre ellas una sobre su vida privada y su apartamento, a la cual respondió con mucha claridad, desmintiendo así los falsos scoops y las falsas exclusivas que en los últimos meses algunos fanfarrones de títulos, que no son periodistas, habían lanzado en los diarios, asegurando que el Papa viviría con la comunidad agustina.

Por muy carentes de sentido que sean objetivamente las preguntas de estos periodistas, hay que reconocer que son también el síntoma de un clima generado en los años pasados, en los que cierta crónica vaticana se había acostumbrado a gestos papales que producían sobre todo confusión. Hoy, por tanto, lo que es normal se percibe como absurdo y casi extraordinario, cuando en realidad no lo es en absoluto. Como recordó León XIV, no hay nada de extraño en que un Papa no rece en una mezquita: es evidente que no considera ese el lugar en el que debe rezar y prefiere dirigirse a Dios en una iglesia ante el Santísimo Sacramento, en la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

d.G.V.
Silere non possum